lunes, 27 de septiembre de 2010

El arte del párrafo

En mi experiencia, cuando los estudiantes toman la decisión de cambiar de párrafo en uno de sus escritos académicos suelen hacerlo en virtud de dos criterios fundamentales: la estrategia del "tin marín de do pingüé", osea, según se antoje en cada momento; o bien según un criterio visual según el cual cuando van varias líneas seguidas y el texto se empieza a ver cargado, deciden el cambio de párrafo. Osea, que los estudiantes están más perdidos en esto de los párrafos que un elefante en una talachería. Y pasa lo que pasa, que su escritura va tropezando en cada esquina.

En realidad un párrafo no es sino un fragmento importante de un texto. Importante y autónomo, pues ésa es su características principal: que las frases que reúne refieran al mismo tema, a la misma área de conocimiento. Pongamos un ejemplo. Si un alumno va a elaborar un artículo periodístico sobre la UDLA, los temas de los que puede hablar son varios: sus instalaciones, sus programas académicos, su ubicación, su prestigio, los programas de intercambio en el extranjero, sus actividades extra-académicas, etc. Pues bien, cada uno de esos temas podría considerarse como un sólo párrafo.

Es cierto que se recomienda, como utopía académica, que un párrafo integre una secuencia de entre 5 o 7 frases. Pero en realidad yo creo que ese tipo de reglas confunden al estudiante primerizo más que ayudarlo. Pues le hacen sentir que la delimitación del párrafo depende de la cantidad de información, y no de su unidad temática. Además, esos patrones corresponden más a cierto tipo de discursos (reportes de investigación, artículos científicos) y son más importantes en otras tradiciones discursivas, como la estadounidense.

Mi consejos finales son éstos: antes de empezar a escribir haz un mapa mental o un esquema con las "áreas de información" (temas) que vas a tratar. Cada una, en principio, sería un párrafo. Una vez comiences a desarrollarlas, si sientes que lo que vas a decir vale tanto la pena como para considerarlo como un tema independiente, entonces forma un nuevo párrafo.

Por ejemplo, veamos qué sucede en este post. Yo mismo acabo de dudar si integrar este párrafo en el anterior o no. Depende. Si sólo quiero poner un ejemplo que ilustre mis consejos, puede formar parte del párrafo anterior (ley-ejemplo). Pero si quiero crear un interés especial en el ejemplo, si lo pienso desarrollar, si creo que uno de los "temas" de este post es aportar un ejemplo concreto, entonces formo con él un párrafo aparte (así todo el texto seguiría la siguiente secuencia temática: problemas en el párrafo + mi tesis + matización de la tesis + consejos + ejemplo + cierre).

¿Qué interesante, no? El párrafo considerado como una estrategia para organizar las ideas del texto y para darles la relevancia que el autor quiera.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Resumir: sacar jugo a la información

¿Cómo se hace un resumen? Bueno. Empecemos por sugerir cómo no se hace. Un resumen no es la repetición de fragmentos enteros de la información leída. Tampoco es "clavarse" en un aspecto de la información e ignorar todo el conjunto. Así, hacer un resumen se parece mucho a sacar jugo de una fruta. De ella nos interesa su líquido lleno de vitaminas, su río de sabor puro. Lo mismo con un texto. Hay que extraer sus ideas principales, sus datos relevantes, su posición respecto a otros textos. Es decir, la síntesis de lo que dice. Es muy parecido a describir algo que está a bastante distancia de nosotros. De cerca, podemos distinguir quincemil detalles. Pero a medida que nos alejamos del objeto sólo atrapamos sus rasgos constitutivos.

El resumen se hace reseña cuando, además de reportar las ideas fundamentales de un texto, extrae valoraciones más personales. Eso depende mucho, también, de lo que queríamos encontrar en ese texto. Si era un respaldo a una idea que ya intuíamos, o bien un análisis con muchos datos de algo que nos interesa, o bien un forma de ver el tema muy diferente a la habitual, en fin, las posibilidades son miles. Así que una reseña es una especie de diálogo con el resumen de ese texto. Es decir si me parecen válidos sus argumentos, y si su información es relevante, o cómo se relaciona con otros autores o con otros datos. En fin, es apropiarnos personalmente del texto. Comentar las impresiones dejadas por su jugo de ciencia en nuestro conocimiento

Manjares de información

Para elaborar un ensayo, un reporte o una investigación de naturaleza académica el único punto posible de partida es ir al mercado a por los mejores ingredientes de información.

Muchos alumnos, desnortados, creen que en esta época digital para encontrar información valiosa basta con buscarla en "google" o "yahoo". O que "el rincón del vago", "monografías", "buenas tareas" y "wikipedia" son bibliotecas muy prácticas. Bien, pues no. Esas páginas sirven, y mucho, sólo para resolver una duda rápida de información (del tipo, ¿cuáles son las fases de la luna? o ¿qué inventó Edison?) o para curiosear sobre algo que nos interesó (como Enrique VIII o Guatemala). Pero se trata de un saber ligero, común, masivo. En muchos casos lleno de datos incorrectos o de interpretaciones ya superadas. O de meras bobadas.

Así que lo primero que tendría que aprender un estudiante universitario es a buscar información de excelente calidad. Es decir, que sea relevante, que sea precisa, que responda a lo que saben los expertos de cada área. Es decir, el alumno debe actuar como periodista digital o buscador de tesoros informativos. Aún estamos a años luz de alcanzar ese nivel. Cierto. Pero es nuestro deber aprender a hacerlo. Por que un ingeniero, o un abogado, o un artista o un hombre de negocios sólo pueden llegar a ser realmente buenos en lo suyo si saben dónde pueden encontrar los mejores saberes en su campo. Dónde están sus bibliotecas ideales en la red.

Hablando de bibliotecas, éste sería el primer paso. En la Universidad de las Américas, el sistema de bibliotecas digitales, CIRIA, pone a disposición del alumno una red de bases de datos digitalizadas. ¿Qué significa eso? Pues que muchas de las mejores revistas científicas de cada área, de las noticias relacionadas con ellas, de las tesis publicadas, etc, son digitalizadas y de acceso libre para el estudiante. Osea, caviar, jamón ibérico, chiles en nogada, pasta napolitana, ragut húngaro, y todos los manjares de información al alcance de un clic. En muchos casos se pueden descargar como pdf. Pongamos, como ejemplo, a REDALYC, una superútil colección de revistas científicas hispanoamericanas.

Sí, sí, Al principio no es fácil y lleva su tiempo ir encontrando los "trucos" para llegar a la buena información. El paraíso, ya saben, no es para gente con prisa. Así que, ojo, los peligros son muchos. El mayor de ellos, atiborrarnos de información que después no nos sirva. O picotear de aquí y allí sin procesar lo que se lee. Ir a un buen mercado, lleno de manjares, no nos asegura que los vayamos a cocinar bien. ¡Buen provecho!

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La corrección: chef de la escritura

Como profesor de redacción en la universidad mexicana (he trabajado en el Tecnológico de Monterrey, la Universidad de las Américas) me fui enganchando a una de las adicciones más letales: la corrección de estilo.

He de reconocer que en los primeros años me sentía más cerca de las señoras de la limpieza (a quien tanto tenemos que agradecer) que al rigor del filólogo. Y es que no había manera de quitar las miles de manchas ortográficas con las que las nuevas generaciones universitarias grafitean sus textos.

No me espanta la suciedad ortográfica. De hecho, el español "correcto", el que la RAE se empeña en "limpiar, fijar y dar esplendor", no es más que el resultado de una milenaria cadena de deformaciones linguísticas que desde el latín culto han desembocado en el español que le hemos heredado de nuestros padres. En pocas palabras, no me gusta juzgar el error, pues no tengo la más remota vocación de cura. Además, con el ritmo hiperactivo de los mensajes escritos en los nuevos medios tecnológicos (chats, mensajes de celular, comentarios en facebook) y el nuevo escenario hipermediático (voz-palabra-imagen), creo que es imparable la anarquía ortográfica de los idiomas modernos. Pero eso no significa que en el ámbito académico y en el profesional, también en contextos sociales menos confianzudos, la ortografía siga teniendo un peso específico, casi descalificatorio. Si alguien envía su currículum a un empleador y se despide con un "zaludos cordiales" es más que esperable que no reciba más respuesta que la carcajada o el desprecio. Por eso, los correctores de estilo, tendremos en los próximos años, más chamba que nunca.

La corrección de estilo, no obstante, es algo más complejo que la pura limpieza ortográfica. La ordenación de las ideas en un texto académico, la agilidad del lenguaje promocional de un anuncio, los patrones discursivos de la escritura de una tesis o, en fin, la calidad de cualquier documento mínimamente prestigioso en nuestra sociedad pasa por las buenas manos de la corrección.

Así que la manera más auténtica de entender mi oficio, a mi juicio, es compararlo al del chef de un buen restaurante. Otros, los cocineros, realizan la tarea. Pero el cuidado de los detalles, de los ingredientes secretos, del toque final... eso es cosa mía.